Metro estación Talcahuano
Hoy día si que ha llovido. Todo el día. De arriba para abajo, a la antigua. Y todo el día.
Y lo entretenido es que hay diferentes días de lluvia. Para todos los gustos.
Hay días en los que llueve, y el caballero que lustra los zapatos no entra el lustrín a la galería, porque llueve tan despacio que ni se moja; se moja uno más de abajo para arriba que de arriba para abajo.
Hay otros días de lluvia donde la Astrid llega toda mojada de la universidad, deja las zapatillas y los pantalones secando, y sale olor a humedad; y me acuerdo de mi casa y del olor a humedad de mi casa, y de las cáscaras de manzana en la estufa a parafina para que salga buen olor. Y la Astrid me saca sin ninguna delicadeza de ese recuerdo, para contarme que cuando tenga una hija le va a poner de nombre Umedad Oja ("sin la hache, porque la hache es mudita así que para qué").
Otros días llueve y no pasa nada, porque me quedo en la casa, apago la tele y escucho como llueve, llueve, llueve...
Hay algunos días en los que llueve y pasan cosas trágicas; otros donde llueve y pasan cosas emocionantes; y en otros llueve, y todos se ponen románticos.
Y hay otros muchos tipos...
Pero hay unos días lluviosos muy particulares. En esos días, antes de salir del metro Moneda, antes de subir toda la escalera y ver la torre Entel, me imagino que voy saliendo a Conce, que el metro paró en la estación Los Cóndores y me dejó en la esquina de Las Hortensias con Río Rahue, y que en cualquier momento sale de todas partes el olor a mar, porque está corriendo viento Norte así que mañana va a llover en Talcahuano.
Para qué extenderse en lo que viene después; abarrotamiento de gente, Alameda, carrito de sopaipillas, realidad impajaritable.
Bueno. Lo interesante es que me pasa en los días de lluvia. No en otros.
(Y no tiene nada que ver con las explicaciones que dan en el comercial de Colún)
(Pero es súper vacán)
Lo que suena: Inmigrantes - Graffitti
Y lo entretenido es que hay diferentes días de lluvia. Para todos los gustos.
Hay días en los que llueve, y el caballero que lustra los zapatos no entra el lustrín a la galería, porque llueve tan despacio que ni se moja; se moja uno más de abajo para arriba que de arriba para abajo.
Hay otros días de lluvia donde la Astrid llega toda mojada de la universidad, deja las zapatillas y los pantalones secando, y sale olor a humedad; y me acuerdo de mi casa y del olor a humedad de mi casa, y de las cáscaras de manzana en la estufa a parafina para que salga buen olor. Y la Astrid me saca sin ninguna delicadeza de ese recuerdo, para contarme que cuando tenga una hija le va a poner de nombre Umedad Oja ("sin la hache, porque la hache es mudita así que para qué").
Otros días llueve y no pasa nada, porque me quedo en la casa, apago la tele y escucho como llueve, llueve, llueve...
Hay algunos días en los que llueve y pasan cosas trágicas; otros donde llueve y pasan cosas emocionantes; y en otros llueve, y todos se ponen románticos.
Y hay otros muchos tipos...
Pero hay unos días lluviosos muy particulares. En esos días, antes de salir del metro Moneda, antes de subir toda la escalera y ver la torre Entel, me imagino que voy saliendo a Conce, que el metro paró en la estación Los Cóndores y me dejó en la esquina de Las Hortensias con Río Rahue, y que en cualquier momento sale de todas partes el olor a mar, porque está corriendo viento Norte así que mañana va a llover en Talcahuano.
Para qué extenderse en lo que viene después; abarrotamiento de gente, Alameda, carrito de sopaipillas, realidad impajaritable.
Bueno. Lo interesante es que me pasa en los días de lluvia. No en otros.
(Y no tiene nada que ver con las explicaciones que dan en el comercial de Colún)
(Pero es súper vacán)
Lo que suena: Inmigrantes - Graffitti
1 comentario:
No había leído esto jamás...
No sé si ando sensible o qué, pero hoy tu blog me dejó malita.
Adivina quién es!
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