30 de noviembre de 2007

4:00 a.m. (y el Prólogo)

"Si su drama es malo, ¿por qué se ha de empeñar en que sea bueno? Si es bueno, ¿por qué le ha de defender? El tiempo hará justicia al libro. El éxito del momento sólo es importante para el editor. Si despierta la cólera de la crítica la publicación de este ensayo, el autor dejará que pase. ¿Qué ha de replicarle? El autor no es de los que hablan, como dice el poeta castellano,

por la boca de su herida."
Víctor Hugo, Prólogo de Cromwell

Último día, de 8 meses y 13 días...

"¡No eres tú!... Soy yo... Creo que he estado algo cansada."
Nos daremos un tiempo -como siempre-; yo creo que será algo así como tres meses. Nunca es más que eso.
Luego -como siempre- retomaremos en lo que íbamos. Sin rencores; y con un poco más de entusiasmo también.
En fin.
-¡Es una extraña relación la que se mantiene con los estudios!-


Suena ahora: Lemon Tree - Fool's Garden

18 de noviembre de 2007

T.O.C. (Un cuento XL)

"¿Cuántas veces habrá que morir para quedar bien muerto?

Es una nueva idea que se me acaba de ocurrir, pues parece que la he soñado. Casi todas las mañanas despierto con una idea nueva.

Después de levantarme, después de escuchar 33 veces el despertador, bajo las piernas de la cama y se me ocurre que si no muevo los dedos de los pies inmediatamente después de haber dormido ocho horas, la sangre no llegará a ellos, y se me pueden caer, o quedar tiesos. O quizá simplemente sea un ritual más, como los que toda la gente tiene. Muevo ambos dedos gordos arriba y abajo. Varias veces. Con unas 10 veces estará bien.

El baño de baldosas impecables, con un espejo sin mancha alguna, me refleja la cara adormilada. Siento deseos de reventar espinillas, y me descargo con las propias, creo haber reventado 5. Como todas las mañanas, 5 por lo menos. Aunque no más que 5, porque me provoca desagrado. Bajo la vista buscando algo, no sé qué... y veo en el lustroso piso, un cabello. Mío. Lógicamente mío porque vivo solo y mucho menos tengo perro. Ambos, humanos y perros, son demasiado irregulares, y siempre botan pelos por todos lados. Pelos como éste, asqueroso, fláccido, inservible, que se desparrama, creyéndose libre en las baldosas. Pero nadie es libre. Ni siquiera un pelo caído. Y éste en particular me provoca repulsión, repugnancia hasta las arcadas. Me recuerdo a mí mismo que ayer y anteayer también encontré un cabello, a una hora semejante, y me provocó el mismo efecto. Anotaré eso en las notas del refrigerador.

Hoy se me ha ocurrido algo que no puedo sacar de mi cabeza. Creo que cuando se tira la cadena del retrete, no queda todo limpio. Telefoneo a mi madre y le pregunto si acaso esto tiene sentido. ¿Tiene sentido, madre? La escucho por el otro lado del auricular, con voz triste, hablándome con indulgencia, como si sintiese pena de mí. Me aconseja. Parece cansada de escucharme, la llamo todos los días para preguntarle alguna cosa, y creo que eso le acongoja. ¿Porqué?... Mientras cuento sus palabras, me dice que si me parece necesario, tire la cadena más de diez veces. Me siento reconfortado por el apoyo de esas palabras. Pasaron ya los tiempos donde intentaba explicarme que era todo una estúpida manía, y me rogaba que volviera a la casa para estar más cómodo. 104 palabras. Siempre me negué, porque siempre he creído que no puedo vivir con otras personas. No soporto sus rituales y sus manías. Prefiero las mías. Y creo que por lo mismo mi padre ya no me habla. Ha dicho que estoy loco; pero el resto de la familia le reprende a él y me defiende a mí. 120 palabras. Mi madre me pregunta cómo he estado, si acaso me falta algo, si he lavado mi ropa. Le contesto de forma mecánica, casi sin pensar, mientras sigo contando. 145 palabras. Mi madre intenta hablarme algo más, pero ya hemos llegado a las 150 palabras, y tengo que cortar. No se puede hablar por teléfono más de 150 palabras en cada llamada. La cuenta al final del mes puede sobrecargarse. A mí mismo se me ha ocurrido esto, y he estado sacando cuentas. Al principio lo creí una tontería, pero luego no he podido sacarme la idea de la cabeza. Porsupuesto que me apena profundamente dejar a mi madre hablando sola al otro lado de la línea... pero no se puede hablar más de 150 palabras. Ahora al baño. No se va en absoluto toda la inmundicia por la cañería, ya lo veo. ¿Será que hay que tirarla más veces? De esa manera, evidentemente todo quedará más limpio. Descargo una y otra vez el desagüe. Creo que noto la diferencia. 15 veces está bien. Ahora sí está realmente pulcro.

Me afeito pasándome la navaja 3 veces por sector, de ésta manera el rostro queda totalmente suave. Me demoro aproximadamente una hora y media en levantarme, lavarme y vestirme, pues hago todo lo que me gusta hacer. Tengo mis rituales, como todos. Y eso que hoy no me he duchado. Sólo 5 duchas a la semana. Lunes, Miércoles, Viernes y Domingo. Sería estupendo que la semana tuviese 8 días, y así sería perfectamente una ducha día por medio. Pero he aprendido a sobrellevar que el Domingo se junte con el Lunes. Pero son sólo 5 duchas. No más. Y me doy cuenta de que estoy atrasado para el trabajo. En el trabajo siempre son todos muy amables. Quizás no siempre, pero desde hace algún tiempo sí. Todos me saludan y me sonríen. Marianela, mi colega, me arregla siempre la corbata, la anuda de una forma más bonita. Las manos femeninas son siempre más hábiles. Un día dejó de arreglarme la corbata, y me ofusqué profundamente con ella. De ahí en adelante, lo hace sagradamente todos los días. Creo que en parte, ella me gusta. Y me gusta mi oficina. Mi jefe me trata con evidente gentileza. A veces siento y pienso que es excesivamente gentil, casi con un dejo de compasión. Pero es cierto que soy una persona difícil.

Leo el papelito de notas que cada día escribo y pego en el refrigerador. Es del día anterior... lo hago a un lado y escribo uno nuevo, con nuevas sugerencias. 33 sugerencias. “Mueve los dedos de los pies al levantarte (pueden quedarte inmóviles cualquier día); Cuidado con los cabellos en el piso del baño, son repugnantes; Tira la cadena 15 veces para que se vaya toda la inmundicia; Llama a tu madre; Haz el nudo de tu corbata descuidadamente, para que Marianela lo arregle…”

Listo. 33 sugerencias. Reviso las notas del día anterior... y releo lo mismo que acabo de escribir. Las mismas anotaciones. ¿Será que nunca aprendo?

El citófono que abre la reja debe ser presionado 5 veces, para estar seguro de que se ha abierto. La manijas de las puertas deben dar tres giros antes de abrirse. Esto para tenerlas siempre en movimiento y que no se oxiden. Debo dejar las tazas, los vasos, los platos, todo aquello a lo que pueda entrarle polvo, boca abajo, antes de salir ¡Es tan desagradable el polvo y se introduce por todas partes! Y las llaves del auto, deben siempre dar 33 vueltas en mi dedo izquierdo antes de echarlas al bolsillo izquierdo. Y eso que no tengo auto ya (pero conservo las llaves); mi padre me lo quitó cuando tomé por costumbres el dejar que el limpiaparabrisas hiciera 33 veces su mecánico clic-clac; además, cada vez que lo estacionaba, encendía y apagaba 33 veces los focos delanteros, y lo mismo con los traseros. Cuando se quemaron, mi padre se dio cuenta. Se molestó muchísimo, sacó copia de mis llaves, y un día al salir a la calle, me di cuenta de que el auto ya no estaba. Mi padre decía que el mundo no dejaría de girar si dejaba de hacer esos rituales, me pedía explicaciones, preguntaba porqué lo hacía. Pero la verdad es que no hay explicación para tales cosas; sólo no podía evitarlo. Eran ideas recurrentes en mi cabeza que no pude nunca eliminar. Hasta hoy no lo he logrado. A veces, mientras me siento en la acera a esperar el autobús, hago los movimientos que alguna vez hice para encender el limpiaparabrisas, o los focos del auto. Casi no me doy cuenta, pero me alivia hacerlo.

Últimamente he aprendido a mirar 10 veces a cada lado antes de cruzar la calle. Mi mamá me enseñó a hacerlo sólo una o dos veces… Hacerlo diez debe ser mucho más efectivo. Siempre hago estas cosas, pues hago todo lo que me gusta hacer. Tengo mis rituales, como todos. Si no los cumplo, sé que algo malo pasará. Esa es otra idea que no puedo sacar de mi mente. Pero ya lo creo que es verdad. No dejará de girar el mundo tal vez, como mi padre dice, pero sé que algo sucedería. Sé que se me crisparían los dedos de los pies, el suelo estaría lleno de cabellos, el retrete acumularía desperdicios, la barbilla no estaría bien afeitada. O tal vez Marianela no arreglaría el nudo de mi corbata, el citófono no abriera bien la reja, o la manilla de la puerta se desvencije. O podría ser que me arrolle un auto…

Sólo miré 9 veces en esta ocasión. Sabía que algo malo iba a pasarme. Quizás estuve acostumbrado tanto tiempo a mirar 10 veces a los costados sin ver realmente si un auto venía. Era rojo, fue lo único que vi. ¿Cuál es mi nombre, me pregunta? Javier, Javier, Javier… ¿Que dónde vivo? Ahí… ahí… ahí… La ambulancia suena una, dos, tres, cuatro… tantas veces. El corazón me late diez, nueve, ocho, siete… menos veces que antes. Para qué seguir contando. Ya sabía yo que algo malo pasaría si dejaba de contar.

Pero... ¿Cuántas veces habrá que morir para quedar bien muerto?"


Suena: Björk - Bachelorette