19 de agosto de 2009

II

Tú sembrabas tomates. No te dabas cuenta de que estabas alimentando zorzales y criando gorriones sobrenaturalmente grandes. Yo jugaba atrasito tuyo. Te preguntaba desde el nombre del ciruelo hasta el funcionamiento del universo.

Tú cantabas "El Reloj" (♫...no marques las horaaas...♫). Yo ya me la sabía de memoria. Los dos bailaban boleros y hablaban de Licán Ray. Qué sabía yo de Licán Ray. Yo me aprendía la historia de memoria, no más.

Tú llorabas conmigo cada vez que te acordabas de lo sola que fue tu juventud -porque, aunque no lo digas, sé cuánto te entristece la soledad-. Yo conocía la soledad; me la habían enseñado en el colegio y en Chiguayante, así que te miraba con ojos de huevo frito, sin decir nada, pero te entendía.

Tú hablabas secamente de lo mal que lo pasaste en los tiempos con guiños de dictadura."¿Guiños? No. ¡MUECAS!", me decías tú. Yo no sabía bien lo que era la dictadura. No me la habían enseñado bien en el colegio, ni en Chiguayante, ni en la tele. Así que sólo te miraba, y entendía la mitad.

Tú pelebas conmigo porque yo era una rebelde con causa. Pero tú no sabías la causa. Y yo tampoco en ese entonces. Yo peleaba contigo porque eras más viejo y porque me aburrías. Y yo era cruel. Cruel como los adolescentes, cuando aprenden a ser crueles.

Tú no entiendes por qué me fui. Yo tampoco, muchas veces. Tú andas más viejo, más solo, y ya no crías tantos gorriones. Yo me lamento y me culpo de cada arruga nueva tuya. Tú me das la absolución, y yo, para borrar una arruga, hago como que la acepto.
Pero yo, ahora, quiero ser grande para escucharte como grande, y niña para preguntarte como niña.

Tú lees el diario todos los días que lo puedes comprar. Incluso aunque aún te das cuenta de que muchas veces miente. Tú odias el computador, el internet y los microondas. Por los dos primeros, sé que esto no lo llegarás a leer. Pero no me importa.


SFDK - Ojos tristes