Usted, ¡dígalo así!
[Se advierte de antemano que esta es una entrada extensa... así que (quien sea que incurra en este empolvado blog) si no tiene tiempo, no la lea.]
He seguido con interés la polémica acerca del uso de palabras “imaginarias” tal como “femicidio” en las noticias criminales. Los extranjeros instalados en Chile ya estamos acostumbrados al mal uso que se hace acá de expresiones en otros idiomas, errores en el género, etcétera, a los cuales me he referido en el pasado.
Cuando se trata de tomar libertades con el castellano, creo que sería bueno recordarse que todas las mediciones comparativas de los últimos tiempos indican que el chileno promedio hace un pésimo uso del vocabulario y utiliza pocas palabras. Ocupar mejor las palabras existentes debería ser la prioridad, antes de agregar expresiones nuevas a un diccionario antojadizo e imaginario. ¿Se imaginan el caos educacional y cultural si cada locutor, orador, periodista o maestro de escuela inventara palabras nuevas porque es demasiado latoso hacer el esfuerzo de buscar la que ya existe?
De hecho, el Diccionario de la Real Academia ya permite libertades que solamente dan lugar a confusión. En francés, “parricidio” se refiere, como es debido, solamente a la matanza de alguno de los dos progenitores, pero el castellano permite su uso para describir el asesinato de cualquier ascendiente, descendiente directo o colateral, e incluso al cónyuge. Esto ha masificado su uso en Chile, prefiriéndola a “infanticidio”, que también reconoce la Real Academia, y que describe más precisamente el matar a un hijo, particularmente pequeño.
Armen Kouyoumdjian
hago llegar mis mejores deseos,
voy a cambiar de nombre a algunas cosas.
Mi posición es ésta: el poeta no cumple su palabra
si no cambia los nombres de las cosas.
¿Con qué razón el sol ha de seguir llamándose sol?
¡Pido que se le llame Micifuz
el de las botas de cuarenta leguas!
¿Mis zapatos parecen ataúdes?
Sepan que desde hoy en adelante
los zapatos se llaman ataúdes.
Comuníquese, anótese y publíquese
que los zapatos han cambiado de nombre:
desde ahora se llaman ataúdes.
Bueno, la noche es larga
todo poeta que se estime a sí mismo
debe tener su propio diccionario
y antes que se me olvide
al propio Dios hay que cambiarle nombre
que cada cual lo llame como quiera:
ese es un problema personal.
"Mientras usted sepa bien y haya sido enseñado de buena manera, de las reglas que aparecen en los libros, e invente palabras meramente por echar a volar la imaginación y no por pura insipiencia, no hay problema; diga mono en vez de mano."
Y usted, ¿Cómo lo dice?
Sonando: The Pretenders - Don't get me wrong